En su laboratorio. Gino Tubaro tiene 20 años y a los 13 ya había recibido su primer premio.
“Mi sueño es poder llegar a entregar 15 millones de prótesis de mano. Hasta ahora ya entregué ocho. ¿Ocho millones? No, ocho”. Este es Gino Tubaro, joven inventor de 20 años. Puro impulso, puro talento, pura creatividad. Y también pura ilusión. No importa que esté a millones de manos de concretar su sueño. Está en el camino de lograrlo y nada lo va a detener. Ahora fue elegido por el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts entre los 10 innovadores menores de 35 años locales líderes de la vanguardia tecnológica “cuyo trabajo y talento tendrán un importante impacto en la sociedad en los próximos años”.
Gino vive en Pompeya, frente a la villa 21-24, y se hizo conocido por crear una prótesis de mano que se puede fabricar con la tecnología de las impresoras 3D. El año pasado, su encuentro con Felipe Miranda, un nene de 11 años que había perdido su mano, conmovió a todos. Y Gino sigue adelante. Es inventor –así se define él– pero sus creaciones siempre tienen el foco de la ayuda social. Ahora, inventó un escáner que traduce el texto impreso a Braille en tiempo real. “Para mí ser inventor es poder inventar soluciones para problemas de la gente”, dice.
Es hincha de San Lorenzo, jugó ahí tres años al basquet. Está estudiando Ingeniería Electrónica en la UTN y trabaja tres veces por semana en el Centro Metropolitano de Diseño. “Tengo varios ídolos, pasando por los clásicos como Steve Jobs, Steve Wozniak, Nikola Tesla, Elon Musk, a tipos menos conocidos como Ladislao Biro, Beakman, Sugata Mitra”, dice Gino.
Entre los diez finalistas, se destaca por ser el más joven (Ver Los otros ganadores). Pero igualmente Gino tiene una larga carrera como inventor. A los 13 años, fue premiado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual por haber inventado un dispositivo de seguridad para enchufes. De chiquito solía desarmar la plancha de su mamá y a los seis años creó el “Blipper”, que permitía guardar las bolitas en un frasco de repuesto a través de un sistema especial.
Cuatro lemas en el sitio web de Gino sintetizan su pensamiento: “Invento para crear un mundo mejor. Investigo con ganas de aprender. Con un objetivo: que sea económico, simple, con un diseño hermoso y efectivo. Y que tenga impacto social. ¿Para qué hacerlo si no ayudás a alguien?”.
Pero hay algo que pone nervioso a Gino: este miércoles, en la ceremonia de premiación, tendrá que dar un discurso frente a gente “bastante grosa”, según define. “Me pone más nervioso el discurso que tengo que dar que la premiación misma. Después de eso es disfrutar y esperar a que me entreguen el diploma”. Esa “gente grosa” son otros emprendedores y autoridades del MIT, que entre los diez proyectos elegirán a dos como “innovador del año” e “innovador social”. Gino siente que ya ganó, y en su cabeza se siguen acumulando sueños. Terminar su carrera, estudiar un posgrado en Estados Unidos y llegar a las 15 millones de manos. Nadie puede decirle que eso es imposible.
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